Hay quienes siguen creyendo que las hadas llevan vestidos de pétalos y polvo de estrellas. Que dan buenos consejos y conceden deseos. Pero en Faerieland, las hadas bailan sobre huesos, ríen entre mentiras y pactan con palabras que pesan más que la sangre. Son tan hermosas como crueles.Si alguna vez cruzas a su mundo, recuerda: no comas nada. No bailes. Y sobre todo, no creas que puedes salir ileso. Porque Faerieland no te da la bienvenida. Te atrapa. Y cuando lo hace, aprendes que las hadas no brillan. Duelen.Créeme. Lo sé de primera mano.— K. G.
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Islas de Elfhame, Faerieland, junio de 2025.El calendario lunar marca que se acerca el momento: el plenilunio está a la vuelta de la esquina. Y con él, una de las celebraciones más antiguas y peligrosamente bellas de nuestras tierras.Ya ha comenzado la elección —¿quién será coronada esta vez como Reina del Jolgorio? ¿Qué mortal perderá su nombre entre risas y hechizos? ¿Quién fingirá honor, cuando lo que recibe es burla y malicia envuelta en seda?Mientras la mayoría prepara sus mejores galas y los sastres trabajan noche y día cosiendo vestidos con luz de luciérnaga y capas de plumas robadas, el reino entero sigue temblando por dentro, aunque nadie lo quiera admitir.Porque sí, fae del bosque o criatura de la costa, todos hemos escuchado los rumores: el mar está partido en dos. Lynette, nuestra reina, no alza la voz ni aparece en los balcones. Las malas lenguas dicen que su piel está más fría que el mármol y que la fiebre ha comenzado a nublarle la magia. Algunos susurran que solo se mantiene en pie gracias a un curandero montaraz traído de tierras lejanas... uno que ni el Consejo ha aprobado. En los bosques se han escuchado cantos extraños. Voces que no suenan a hada, ni a animal, ni a humano. Voces que traen el olor de la ceniza y de lo que duerme bajo la tierra desde antes de que existieran las coronas.Pero... ¿acaso eso detiene a alguien? Porque los laúdes siguen sonando. Las cocinas hierven, los viñedos rebosan. Las cortes preparan los carruajes. Nadie quiere perderse el baile. Nadie quiere faltar al plenilunio.Porque los fae bailamos aunque el mundo se esté rompiendo a nuestros pies.Se recomienda encarecidamente leer los antiguos pasajes, datan de 2023 y 2024, recopilando los sucesos de estos años; “La Era Oscura”.
Este rol está ambientado en el universo de "Los habitantes del aire" de Holly Black
Carrd actualizado el 29/07/25.


Faerieland es un mundo regido por la magia, donde la tecnología no tiene lugar. No existen ordenadores, ni móviles, ni coches, ni lavadoras, ni microondas. Nada de eso. Los humanos que hayan sido criados fuera de Elfhame pueden conocer estos objetos, pero no podrán usarlos aquí. En esencia, Faerieland funciona de forma más cercana a una época medieval.Se vive en consonancia con la naturaleza, no hay calles ni grandes plazas, ni locales o barriadas. Evidentemente, sí existen las casas y estas pueden ser desde villas hasta fincas, o solo cabañas en el bosque, queda más a vuestra elección.Respecto a la alimentación: como puedes imaginar, no existen los alimentos procesados ni los productos comerciales. No hay ketchup, cocacola, ni helados en Faerieland. Las comidas pueden ser desde las combinaciones más extrañas, como flor confitada con naranja y queso, hasta platos más salvajes como carne recién cazada aderezada con especias silvestres. Podéis ser creativos con esto.La ropa es algo importante a destacar también, no existe la moda humana en Faerieland. ¿Leggings? ¿Camisetas con frases? ¿Chándals? Ni idea. Aquí se viste con excentricidad y un toque de ensoñación. La elegancia está muy al día en nuestras tierras, vestidos tejidos con el hilo de una araña y camisas pintadas con luz de la luna suelen ser grandes aciertos en el día a día. Eso sí, reserva tus mejores galas para los bailes: cuanto más iridiscente, sedoso o imposible, mejor.La vida en Elfhame se mueve al ritmo de los festejos. Los festivales de los solsticios marcan el cambio de estación, y el torneo de verano enfrenta a los más valientes en pruebas físicas. Entre las celebraciones más esperadas está la noche del plenilunio, que se realiza en el bosque Lechoso. Allí, bajo la luz plena de la luna, es costumbre coronar a la "reina del jolgorio": una mortal secuestrada para ser embriagada con vino, halagos y besos feéricos. Ella cree que está siendo honrada con una corona… cuando en realidad la está cubriendo con insultos. Una tradición vieja y cruel, como casi todo lo que permanece en estas tierras. Pero, además de los más específicos, suelen celebrarse bailes cada semana… a los feéricos les encanta celebrar.
